La propaganda como arma: el nazismo

El uno de mayo de 1945, con el ejército soviético entrando en Berlín, Goebbles ejercía como canciller alemán después de que Hitler lo pusiera al mando antes de suicidarse junto a Eva Brown. La guerra estaba terminando y antes de que los aliados llegasen al búnker desde el cual los últimos jerarcas nazis trataban de escapar y ponerse a salvo, el que había sido la implacable mano derecha del Führer preparaba su último y siniestro acto de propaganda. Junto a Magda, su esposa, envenenaron a sus seis hijos y después se hicieron disparar por un soldado para que lo que el mundo encontrase de ellos fuesen cadáveres bajo el fuego. Así, aquellos ocho cuerpos alineados, semi calcinados, escenificaban la no aceptación de la rendición, tantas veces proclamada. Goebbles culminó su locura con esa última imagen, impactante, como broche macabro a todas las que en vida había generado para construir una de las más poderosas armas con las que el Reich combatió al mundo: la propaganda.

Breve historia de la propaganda

¿Qué es la propaganda? todos tenemos una idea formada de lo que significa el término, pero debemos ser precisos y tratar de acotar bien el concepto para no caer en la simplificación, a veces inevitable, de que todo es propaganda. El pensamiento mayoritario sobre la propaganda está inevitablemente influido por el desastre que supuso el uso que hicieron de ella los nazis. De ahí deviene un uso peyorativo, pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de propaganda? Propaganda, gerundivo del verbo “propago”, viene a significar “extender una cosa para perpetuarla” [1]. En la propia concepción del término podemos encontrar sus claves. La propaganda no es la búsqueda de la verdad, ni siquiera la perpetuación de ésta, su objetivo es la persuasión, conseguir los apoyos o el rechazo pretendido. Por eso, la propaganda tiene mucho más que ver con la emoción que con la información, cuando la analizamos con detenimiento podemos observar como siempre está enfocada a los sentimientos, no la razón.

La propaganda no nace con el nazismo, por más que los acontecimientos terminaran ligándola de una manera casi indisociable a él. Existe desde el principio de los tiempos, vinculada a la necesidad de comunicación del ser humano, elemento consustancial que le llevó a construir sociedades organizadas. Antes de ser elevada a los altares por la Alemania Nazi, pueden encontrarse fenómenos propagandísticos desde la Antigüedad, también en la Edad Media y Moderna, aunque su gran eclosión esté ligada a la llegada de la revolución industrial, gran generadora de masas, y también a la creación de los medios de comunicación masivos. La Primera Guerra Mundial o la revolución Soviética son grandes ejemplos que presentan elaborados estudios sobre el uso y efecto de la propaganda [2].

La Historia acabaría uniendo la propaganda al nazismo, a Goebbles como gran maestro, pero también Demóstenes, Cicerón o César se valieron de ella. De la misma forma que no nació con ellos tampoco murió cuando se derrumbó el tercer Reich. Bien al contrario, siguieron sirviéndose de ella el capitalismo americano, los regímenes comunistas, la guerra fría, la caída de la Unión Soviética, el populismo actual en los gobiernos y como último gran ejemplo: Trump. La propaganda, modificada, actualizada en el tiempo, sigue siendo usada y a veces puede resultar sorprendente lo extremadamente vigentes que siguen los principios con los que la Alemania nazi hizo uso de ella.

Joseph Goebbes: el arquitecto del totalitarismo a través de la propaganda

El impacto y la eficacia de la propaganda en el nazismo es de tal magnitud que supone un hito en la Historia, como bien apunta el historiador Alejandro Pizarroso “alcanza tales cotas de perfección y efectividad que todavía hoy sorprende el hecho de que un pueblo europeo culto como el alemán pudiera llegar a ser embaucado de esa manera” [3]

Para poder entender su influencia hay que conocer el contexto y al hombre que Hitler eligió para desplegar toda la fuerza de su propaganda: Paul Joseph Goebbels​​. Nació en 1897 y vivió una infancia marcada por las complicaciones que le produjo la polio, que le dejó como secuela esa característica cojera suya y, probablemente, un complejo que condicionó su visión del mundo. Creció como un “lobo solitario”, como él mismo se definiría en sus diarios. Estudioso, se doctoró en filología germánica y se convirtió en un hombre culto, que encontró en el Nacionalsocialismo alemán la manera de canalizar su frustración, su sueño roto de ser escritor, la vida de precariedad que llevaba y estaba seguro de no merecer. Hitler y el NSDAP fueron para él energía y canal para reconstruir su vida.

Alemania comenzaba a recuperarse bajo el yugo que la derrota en la Primera Guerra Mundial y el tratado de Versalles ejercen sobre ella, pero al final de la década de los años 20, no es ajena a la gran crisis económica que asola el mundo, así, pasa de menos de dos millones de parados en 1929 a más de seis en la primavera de 1932. Este asombroso crecimiento del desempleo no es más que la consecuencia de la fractura que se produce en la estructura económica tras la crisis y ese es el caldo de cultivo perfecto para el calado del mensaje radical de las tesis nacionalsocialistas, que consiguen construir un perfecto equilibrio entre mensajes de consenso y represión, entre la coacción y la aceptación. El partido se hará omnipresente durante todos esos años y el pueblo alemán, bien por convicción, por obligación, o por puro sesgo de conformidad, terminará vinculado a sus ideas.

Con veintinueve años, Goebbles fue nombrado líder del partido en Berlín y ya empezó a fraguarse la hermandad que existiría entre él y Hitler. En 1930 ya era el jefe de propaganda del NSDAP y tres años más tarde, cuando alcanzaron el poder, Hitler creo un Ministerio de Propaganda sólo para él. Tuvo recursos y capacidad de acción y sometió la comunicación y la cultura de todo un país a los preceptos del pensamiento nazi. Goebbels fue el visceral arquitecto de un arma poderosa y macabra a un tiempo: una propaganda con método casi científico al servicio del totalitarismo nazi.

Foto: youtube.com

La propaganda a través de la cultura

Desde la llegada al poder hasta el estallido de la guerra y aún después, hasta aquel uno de mayo de mil novecientos cuarenta y cinco en que suministró las tabletas de cianuro a sus hijos, Goebbles no se conformó con controlar y censurar los medios de comunicación de su país, su propósito fue mucho más allá, el objetivo de la propaganda nazi era la identificación con la cultura. Mediante su Ministerio, trató de ser una dirección espiritual, un integrador del pensamiento nacionalsocialista en el modo de ser y pensar del pueblo alemán. De esta forma, organizó la vida cultural, todas las artes y la cultura popular quedaron bajo su mandato: el cine, la música, la literatura, el teatro, cualquier representación artística quedaba supeditada al fin superior. Fueron doce años de ejercicio que fueron suficientes para subyugar a un pueblo y moldear a una generación.

Así, financió el desarrollo de la radio para proporcionar receptores a bajo precio de forma que no hubiese un hogar alemán que no contara con uno. Era un altavoz en cada una de las casas desde el que transmitir sus mensajes. Fue un auténtico precursor de las que hoy conocemos como fake news. El lanzamiento de noticias falsas para justificar acontecimientos que iban a suceder era habitual, como por ejemplo los inexistentes desórdenes provocados por comunistas y socialistas en Viena antes de la anexión de Austria o las agresiones polacas a alemanes en los días previos a la invasión de Polonia.

Cuando comenzó la guerra, hizo uso de la llamada ‘propaganda negra’, que consistía en emitir mensajes afines por parte de los nativos del lugar, que los hacían parecer más verosímiles. La propaganda, orquestada desde el Ministerio, comienza a ocupar todos los espacios, públicos o privados, siempre buscando el objetivo de la legitimación permanente del mensaje nacionalsocialista, no bastaba con la adhesión, se requería una aceptación entusiasta. Todo está impregnado de mensajes propagandísticos: cambian las festividades, que se vinculan al mensaje, cambia incluso la manera en la que los ciudadanos se saludan, con ese célebre brazo en alto y la vocación heil Hitler, que provoca que la repetición de la vinculación a la ideología dominante sea una constante en la vida real.

Goebbles tomo el control de la UFA (Universum Film AG), el estudio cinematográfico más importante de Alemania y desde él, preparó creaciones de versiones alemanas de las más célebres películas americanas. Convirtió el cine en un instrumento para insertar la ideología nazi en la población. I accuse, Action T4, The eternal Jew, Olympia destacan entre los innumerables ejemplos en los que puede verse como el cine de aquella época estaba completamente entregado a la labor propagandística.

Un binomio macabro y un legado duradero

Goebbles dirigía aquella enorme maquinaria, pero su verdadera fuente de inspiración, el corazón intelectual, la base teórica para todo su aparato propagandístico es su admirado Hitler. Desde su participación en la Primera Guerra Mundial y la lectura del libro “Psicología de las Masas”, de Gustave Le bon, Hitler se convirtió en un fiel seguidor de sus tesis.  Goebbles fue la extensión de su pensamiento a este respecto: estudió la propaganda enemiga en la derrota sufrida en la guerra, y cómo no, “Mi Lucha”, el libro escrito por Hitler que serviría como base ideológica para el NSDAP.

Foto: dw.com

En un capítulo de “Mi Lucha” titulado “Propaganda y Organización”, muestra muy claras las bases de su propaganda interna, que le servirían para reclutar a los líderes que llevarían su mensaje al mundo. Hablaba así de la propaganda “su influencia sobre los hombres es la más poderosa y penetrante de todas, ya que su acción no es transitoria sino continua. La inmensa importancia del periodismo reside en la uniformidad y persistente repetición de su prédica” [4]. Fue así como apareció Goebbles por su brillante retórica.

La aportación de Hitler y Goebbles a la propaganda moderna es enorme. Ya hemos visto que no la inventaron, pero la transformaron, la perfeccionaron. El mundo conoce hoy cómo acabó esa máquina gigantesca. Sin embargo, una gran parte de la técnica y de los procedimientos que fueron innovaciones del nazismo en materia de propaganda, subsisten al margen del clima de delirio y odio en que prosperaron, y nada puede impedir que pertenezcan desde entonces al arsenal de la propaganda política [5]. El mundo ha cambiado, los medios de comunicación son distintos, la cultura se transmite desde un lugar y una óptica distinta, lo digital lo inunda todo, son otros hombres habitando otras vidas pero si se mira bien, hacia las redes sociales, hacia la publicidad, incluso hacia personas tan visibles como Donald Trump podemos reconocer intactos muchos de aquellos principios sobre los que Goebbles y Hitler construyeron su siniestra empresa.  

Bibliografía y notas

Caldevilla, D. (2000). La propaganda audiovisual como generadora de nuevos símbolos y arquetipos ideológicos. UNIR. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/940306.pdf

Díez Espinosa, J. R. (2007). Sociedad de masas e integración política en la Alemania de entreguerras. Investigaciones Históricas, 27, pp. 179-208. UNIR.Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2361397.pdf

Montes, C. (2012). Cuerpos representados, cuerpos dominados. Poder y representación en los carteles de propaganda nazi. Thémata. Revista de Filosofía, 46,  pp. 707-716. Disponible en: http://institucional.us.es/revistas/themata/46/art_68.pdf

Pineda, A. (2007). Orígenes histórico-conceptuales de la teoría de la propaganda nazi. Historia y Comunicación Social, 12, pp. 151-176. Disponible en:

https://idus.us.es/xmlui/bitstream/handle/11441/16245/file_1.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Vega, E. (2013). Joseph Goebbels. Una mentira mil veces dicha, se convierte en una gran verdad. Tesis doctoral. UNIR. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=171799

Hitler, A. (1974). Mi lucha, p. 127. Petronio.

Domenach, J-M (1986). La propaganda política, p.35. Editorial Universitaria de Buenos Aires.

La maquinaria nazi de la propaganda. Disponible en:

https://www.documaniatv.com/historia/nazi-megaestructuras-t4-4-la-maquinaria-de-propaganda-nazi-video_c26d00243.html

El experimento Goebbels (1) Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=WT-3wKtoSQU

https://www.youtube.com/watch?v=6LCi3Aiyiws

El experimento Goebbels (2). Disponible en:

El experimento Goebbels (3). Disponible en:

https://www.youtube.com/watch?v=ooXAudcNj64

El experimento Goebbels (4). Disponible en:

https://www.youtube.com/watch?v=jbBym4w-na4

Olympia. Festival de las Naciones (1936). Producción cinematográfica de Leni Riefensthal. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=H3LOPhRq3Es

Nazi and East German Propaganda Guide Page. Disponible en: https://research.calvin.edu/german-propaganda-archive/index.htm


[1] Caldevilla, D. (2000). La propaganda audiovisual como generadora de nuevos símbolos y arquetipos ideológicos. UNIR. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/940306.pdf

[2] Pizarroso, A. (1999). La historia de la propaganda: una aproximación metodológica.  Historia y Comunicación Social, 4, pp. 145-171. UNIR. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=192300&orden=1&info=link

[3] Pizarroso Quintero, A. (1993). Historia de la propaganda. p. 331. Eudema.

[4] Hitler, A. (1974). Mi lucha, p. 127. Petronio.

[5] Domenach, J-M (1986). La propaganda política, p.35. Editorial Universitaria de Buenos Aires.

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