La historia de Javi Moreno y el Atlético de Madrid es la historia de un desencuentro. El futbolista había rozado la gloria con el Alavés, lo que le procuró un fichaje de relumbrón con uno de los reyes de Europa de principios de siglo: el Milán. Tras un año con pocos minutos, buscando recuperar su lugar en la selección, vino al Calderón en un momento en el que el Atleti, recién recuperada la categoría, trataba de encontrar su identidad perdida. Cruzaron sus caminos, pero nunca llegaron a encontrarse. Aun así, el delantero valenciano, en su escaso año y medio en el club, tuvo contacto directo con un ramillete increíble de pesos pesados de la Historia del conjunto colchonero. Lo trajo de Milán Paulo Futre, el entrenador era Luis Aragonés, compartió pareja de ataque con Fernando Torres y al año siguiente vino Simeone, el líder de un vestuario al que entrenaba Gregorio Manzano, otro nombre para la Historia. Con su rescisión, asomó en la primera plantilla un chaval de la cantera que acabaría con el tiempo con el brazalete de capitán tatuado en su brazo: Gabi.
¿Por qué vino al Atlético de Madrid?
Me llama Futre, yo era reacio porque estaba bien en Milán, no jugaba todo lo que quería pero sí que intervenía, hice nueve goles. En aquel Milán estaban Shevchenko, Inzaghi, Bierhoff, José Mari, Simone, estábamos siete u ocho delanteros. La selección fue lo que me empujó a venir, yo quería estar en la selección y necesitaba jugar más. El Milán era como una familia, cualquier necesidad que tuvieras o cualquier problema te lo atendían, daba igual lo que fuese, las veinticuatro horas, y llego a un club en el que eran todo problemas.
En alguna ocasión ha dicho que ir al Atleti fue un error.
A ver, si me hubiese quedado en el Milán hubiera ganado la Champions, participaba veinte minutos, media hora, aunque no era titular sí que participaba en el equipo. Vine a un equipo que estaba lleno de problemas, acababa de subir, estaba intervenido, yo mi contrato lo firmé delante del interventor. Después no se pagaba a los jugadores; para un futbolista es difícil, estás rodeado de problemas fuera del campo, eso no ayuda a centrarse. Denunciamos a AFE doce jugadores. Con el tiempo ganas perspectiva de las cosas pero en ese momento… la época era difícil para el club pero el jugador no entiende de eso, el jugador quiere cobrar. Después, la dimensión del club, la afición, eso es algo espectacular, pero como jugador era difícil. En definitiva fue una mala época a nivel futbolístico, muy mala, demasiados problemas extradeportivos que acabaron marcando mi relación con el club.
Ahí se encontró con Luis Aragonés
Luis era un tío muy llano que decía las cosas a la cara, como las pensaba. Choqué mucho con él porque yo tenía un carácter muy fuerte y contestaba y tuve varios enganchones, pero era un entrenador muy cercano, que decía las cosas de frente, como a mí me gustaba. Empecé jugando bastante y luego no tanto, para mí fue un año difícil, pero guardo un grato recuerdo de él. Después nos vimos mucho y siempre nos saludábamos con cariño.
Y con Fernando Torres, que debutaba en Primera.
Fernando era un futbolista que veías que tenía una proyección increíble. Con una zancada, una velocidad en carrera, una potencia y a la hora de ver portería la veía con mucha facilidad. Se le veía lo que luego ha sido, uno de los mejores porque ha sido un futbolista de la hostia, a lo mejor no tan vistoso como otros, super potente, que va al choque, que las aguanta, que se las queda, con esa facilidad para ver portería, a lo mejor no tan habilidoso con balón en los pies para espacios reducidos pero luego muy buen jugador.
Tal vez de aquel año quede siempre el partido del Bernabéu y su famoso “por allí Íker”
Torres venía de fallar dos penaltis y justo antes de salir dijo el míster que si había penalti lo tiraba yo. A los ocho minutos penalti. Íker habíamos sido compañeros de selección y nos llevábamos muy bien, él me preguntaba y yo con la cabeza agachada me reía. Luego, cuando regresamos al campo nuestro después de la celebración yo le chiflé y le señalé la escuadra por dónde la había metido y le dije “por allí”. Después vino Helguera y me dijo “aquí no se celebran los goles así”.
¿Cómo es eso de que aquí no se celebran los goles así?
A ver, son tonterías que se dicen en un campo de fútbol, estábamos ganando, se calentó y después me hizo la entrada que fue su expulsión.
En el segundo año llegó Manzano
Creo que no se portó correctamente conmino aunque no era mala persona. Yo hice una pretemporada espectacular, había marcado goles; el día de la presentación jugué titular con Torres, ganamos 2-1 a Boca, salió en prensa diciendo que yo hacía muy buena pareja con Fernando y llega el siguiente fin de semana y en el primer partido de Liga me saca del equipo.
¿Por qué?
Me dijo que mi actitud no era la correcta. No sabía a qué se refería y no me lo aclaró aunque lo supe rápido. Dos semanas más tarde cuando fuimos a ver al Príncipe, coincidí con Gil, que me dijo el típico ¿qué pasa Javi? Manzano no me ponía y se lo dije a la cara, que no entendía que no pudiera jugar, y entonces él (Gil) me sacó el tema de la denuncia. Por lo menos me quedó claro, yo ya sabía por qué no jugaba y así se lo dije a Manzano.
¿Le dijo que no jugaba porque había denunciado al club?
A ver, yo a Manzano no se lo dije exactamente así, le dije que ya sabía por qué no jugaba y su respuesta fue encoger los hombros. Ya te digo que no es mala persona, pero creo que no se portó como se tenía que haber portado un entrenador.
Esa temporada también vino al equipo Simeone
El Cholo era lo que ves ahora. Mucho carácter, muy competitivo, luchador, ganador, que defendía a los compañeros, un líder. Lo que ves ahora desde fuera es lo que era dentro. Muchos nos fijábamos y nos mirábamos en él, era un líder, por su carácter, muy imponente, un tipo que deja huella. Para futbolistas jóvenes es algo que impresiona.
¿Se veía ya al entrenador?
Yo no sé si eso se veía, lo que sí era evidente es que era un líder, dentro y fuera del terreno de juego.
También coincidió con Burgos. Manzano, que dio paso a Simeone, Germán, el segundo del Cholo…
Muy buen tipo Burgos, estuve muy cercano a él, a su familia, estuve en el hospital con él varias veces, yo me llevaba muy bien con él, una persona muy cariñosa, siempre estaba de buen humor, transmitía alegría al equipo, un tipo muy peculiar.
Con Manzano apenas cinco partidos y sale cedido al Bolton.
Sí, ahí ya acabó mi etapa en el Atleti. Al año siguiente, que todavía tenía contrato, salí cedido al Zaragoza. Me viene Miguel Ángel Gil y me dice que perdone un dinero al club. ¿Sabes cuánto tiempo tienen que estar trabajando mis cuatro hermanos para ganar ese dinero? Toda la vida. Cuatro vidas necesitamos y tú me dices que te ayude. Ayúdame tú a mí. Me dicen que me quedo sin ficha y ¿sabes lo que le dije?
¿Qué?
Mi representante me decía que yo estaba loco, pero a mí me daba igual, me dijeron que me iba a quedar apartado entrenando. Como estamos tú y yo aquí sentados, a la cara, le dije que yo vivía ahí al lado y que no me importaba, todo el año de mi casa a entrenar y de entrenar a mi casa, pero que él me iba a pagar hasta el último euro.
Al final usted salió.
Ninguno cedíamos pero yo ya sabía que estaba marcado por la denuncia y él no quería que yo estuviera, no quedábamos ninguno de los doce que habíamos denunciado, sólo Sergi y yo, al final cedí en el tiempo y cobré en dos o tres años y por ahí cedí. Me marcho al Zaragoza y me ponen una cláusula de doscientos mil euros para que no pueda jugar en el Calderón.
Y no jugó, claro.
No jugué porque el Zaragoza no quiso pagar la mitad de la cantidad, porque yo estaba dispuesto a pagar la otra mitad para poder jugar.
¿Tan importante era?
Sí, yo quería jugar para poder demostrar que se habían equivocado conmigo.