Tiago Manuel Dias Correia (Lisboa, 12/07/1990) sale sin prisas de los entrenamientos. En un mundo en el que los jugadores llegan tarde, nunca tienen tiempo, siempre encuentran algo más importante que hacer, Bebé conserva la calma con la que jugaba en las calles de Lisboa. Entrega un par de botas a un niño y le dedica una sonrisa porque sabe que no hay cosa más importante que dedicarle un poquito de nosotros a los más pequeños. Una mirada triste que trasluce una infancia de silencios, de lágrimas enterradas con el tiempo. Una de esas maravillosas historias en las que la vida reconduce el cauce de un río desbocado, y nos enseña a todos que existe la esperanza, que las cosas no son siempre como vienen dadas, que pese a que la partida venga con las cartas marcadas todavía hay quien es capaz de cambiar el curso de su propia vida.
¿Tiago o Bebé?
Me da igual. Es lo mismo.
La historia de su vida comienza a los doce años en Casa do Gaiato, un lugar de acogida para niños sin hogar
Es la parte más importante de mi vida. Todo lo que soy ahora lo aprendí allí. Estoy agradecido porque cuando llegué no tenía nada, sólo dificultades, y me encontré con una segunda familia que me acogió y me dio todo lo que necesitaba. Para mí es un ejemplo de vida y por eso siempre me siento obligado a regresar. Recuerdo lo que pasé porque siento que es una experiencia que no podré olvidar nunca, y por eso siempre que voy a Lisboa voy a ver a mis amigos. Son mis hermanos, mi familia.
¿Cómo era su vida antes de llegar allí?
Mi papá y mi mamá no cuidaron de nosotros. Yo era un niño travieso, me portaba un poco mal. No era fácil vivir donde vivía, pero tengo que decir que nunca pasé hambre. En mi casa faltaban muchas cosas pero hambre no pasábamos. Ellos sabían que allí yo iba a terminar mal y por eso buscaron un sitio para mí donde pudiera crecer mejor. Me llevaron a Casa do Gaiato y ahí comienza todo.
¿Mantiene contacto con su familia?
Sí. Quien siempre cuidó de mí fue mi abuela. Para mí ella es única. Hablo con ella a cada rato, antes de los partidos, después, siempre que necesito algo. Cuando estoy triste, ella está ahí, es la número uno.
¿Es en Casa do Gaiato donde empieza a jugar al fútbol?
Sí, pero no desde siempre. No durante los primeros dos años. Al principio estaba mal visto, parecía que jugar al fútbol era perder el tiempo, una cosa de burros. Había que trabajar, que estudiar. Pero ya después sí, jugaba todo el tiempo, en la calle, en la escuela, de camino a la escuela…
La copa del mundo para gente de la calle (Homeless World Cup) fue la competición que en cierta forma a usted le cambió la vida, pero, ¿cómo llegó allí?
En cada país se reclutaba gente de sitios como Casa do Gaiato. Llegaron y necesitaban cuatro chicas y cuatro chicos y como yo estaba portándome bien, me eligieron para ir. Quedamos segundos, perdimos contra Eslovenia o un equipo así. Hice cuarenta goles en seis partidos y cuando regresé a Portugal la gente empezó a fijarse más. Fue entonces cuando vino Guimaraes, pero yo no quería saber nada.
¿No le interesaba ser futbolista profesional?
No. No lo necesitaba, yo estaba bien en Casa do Gaiato. Guimaraes venía y querían que me fuera. Vinieron, una vez, dos veces, tres veces. Pero yo no quería saber nada, yo quería quedarme en aquel lugar que era mi hogar.
¿Te daba miedo salir de allí?
Sí, mucho miedo. Yo me sentía seguro allí, tenía lo que precisaba. Todo el mundo me decía que tenía que ir, que no podía desaprovechar esa oportunidad. Mis amigos, la gente de Gaiato, trataban de convencerme. Entonces dejé pasar un tiempo y al final dije: «Está bien, voy a probar». Pero durante mucho tiempo, incluso después de estar en Manchester, no compré casa ni nada, siempre que regresaba iba a Casa do Gaiato.
Estuvo a punto de desaprovechar la oportunidad de vivir del fútbol por no atreverse a salir.
Sí, yo estaba allí desde que era un niño y aquel lugar era todo para mí. Para mí el fútbol era un juego, nada más, no tenía idea de que podía ganar mucho dinero, ni nada. Lo que yo quería era estudiar, jugar, tener a mi gente cerca de mí. Cuando estaba dentro era todo fácil y fuera era un mundo muy complicado. Conoces a la gente falsa, a la gente que engaña. Yo sabía que allí estaba en casa, nada de eso existía, me sentía protegido.
Finalmente va al Vitoria de Guimaraes y su paso por allí es efímero, ni siquiera llega a empezar la liga.
Así es. Dos meses, seis partidos. Hasta ese momento yo era muy niño y no me tenían muy en cuenta, pero cuando llegué a Guimaraes comencé a entrenar con el míster, Manuel Machado, y volaba. Me iba de todos, hacía muchos goles, la gente se empezó a fijar de verdad y ahí fue cuando mi representante, Jorge Mendes, me envió hacia Manchester.
Jorge Mendes es probablemente el hombre más poderoso del fútbol actual. ¿Cómo le conoce? ¿Cómo es la primera vez que se encuentra con él?
Un día después de un entrenamiento él mandó dos personas de su empresa, para decirme que Jorge Mendes quería firmar un contrato conmigo. Yo sabía quién era, pero tampoco le daba mucha importancia. Pero un día el presidente de Guimaraes me dijo que cuando acabase el entrenamiento íbamos a ir a un sitio. Llegamos a una casa que yo ya sabía que era la de Jorge Mendes, porque es muy conocida, y entonces me dijo que tenía varios equipos que querían contar conmigo pero que él ya había escogido un equipo para mí: el Manchester. Serán cinco años, vas a recibir esto, tal, ¿quieres? Y firmé.
Parece un cuento de hadas.
O una broma. Durante una semana entera estuve pensando que estaban bromeando conmigo. Incluso todavía a veces lo pienso.
En dos meses pasó de Casa do Gaiato a Old Trafford. ¿Cómo puede digerirse eso?
Mal. Llegué solo, no tenía experiencia, yo había jugado por hobby en un equipo de Tercera y pasé a un equipo de primera en el que estuve dos meses. Y de repente estaba en un equipo rodeado de cracks. Mi cabeza no estaba allí, echaba de menos a mi familia, mis amigos… Nada de eso me ayudó.
¿No le arroparon los portugueses que ya había en el United: Nani, Anderson…?
Sí, pero aquello es otro mundo. Yo estaba muy perdido. Creo que fue demasiado rápido. Me hubiera venido mejor estar un año en Guimaraes y haber ido luego.
¿Le dejó Sir Alex Ferguson alguna enseñanza que no haya olvidado?
Era un entrenador muy cercano. Hablaba mucho conmigo, me explicaba por qué no jugaba. Me dijo que si tenía la cabeza donde la tenía que tener, algún día llegaría a marcar veinte goles por temporada.
El United lo cede al Besiktas.
Sí, y estaba muy bien allí, pero vine con la selección (sub21), me lesioné en la rodilla y estuve un año parado.
Después vinieron las cesiones a Río Ave y Paços de Ferreira.
Sí, en Paços, la temporada pasada, estaba Costinha (ex del Atlético de Madrid) y estuve muy bien, me sentí muy cómodo. Hice catorce goles y estuve a punto de ir al Mundial. Me quedé fuera por muy poco.
Gracias a eso el Benfica compra su pase al Manchester United
Para mí es un sueño, porque es el equipo del que soy hincha desde pequeño. Soy benfiquista y nunca pensé que podría vestir esa camiseta. Cuando llegué ganamos la Supertaça, una cosa impresionante. Pero el entrenador no contó mucho conmigo y quería salir cedido porque necesitaba jugar más.
Y entonces aparece el Córdoba CF
Tuve la oportunidad de venir al Córdoba o ir a Elche, pero las cosas aquí se resolvieron antes y no quería esperar. Quería jugar ya.
¿Cómo es su relación con la ciudad?
Estoy muy bien, es un lugar muy tranquilo. Vivo aquí con un amigo que me acompaña desde hace mucho tiempo. Mi novia se quedó en Lisboa porque trabaja allí. Tampoco puedo contar mucho porque no soy una persona de mucho salir, suelo estar en casa.
Comprenderá que después de aquella salida nocturna que terminó en expediente la gente tenga otra imagen de usted.
Son cosas que suceden. Yo sé que no era el momento para salir. Pero fue una vez. Me arrepiento porque estamos en una situación mala y la gente puede pensar que a mí me da igual, pero no es así. La gente puede pensar que yo soy del Benfica y que al final me voy a ir, que me da lo mismo, pero quiero aclarar que no es así. Yo no quiero tener un descenso en mi currículum. Yo estoy aquí ahora y sólo pienso en sacar esta situación. Aquel día salí a comer para desconectar, para estar tranquilo, pero reconozco que después fuimos al otro sitio. Fueron muchas horas y estuvo mal.
Ya conocía a Ghilas y Edimar de Portugal y eso me facilitó la adaptación. Es un club en el que es fácil estar. El público aquí es poco exigente, están siempre apoyando, luchando, siempre están con nosotros. Por eso pienso que esta gente no se merece bajar de división.
Fue titular casi sin entrenar y el equipo ganó en Vallecas. Eran los mejores momentos, pero llegaron más refuerzos. Creo que nadie se podría imaginar que todo aquello derivaría en la situación actua. ¿Qué ha pasado?
No tenemos suerte. No nos ayuda nada, tampoco los árbitros. Pero creo que lo más importante, en mi opinión, es que somos demasiado jóvenes. Tendríamos que tener jugadores de más experiencia. Jugadores que sepan calmar cuando vas ganando uno a cero. Hemos jugado bien muchos partidos, marcamos y luego terminamos empatando o perdiendo. Fíjate en el Celta. Tiene un equipo bueno, está bien, está ahí, pero la experiencia es la que marca la diferencia.
¿Cómo se encuentra un vestuario después de perder nueve partidos consecutivos, de ser colista con sólo dieciocho puntos?
Mal. Pero tenemos que levantar la cabeza y pensar en el siguiente partido. Yo creo que no hay nada imposible, y creo que los demás también lo piensan.
Si lo hacen o no nunca lo vamos a saber, porque nadie se atrevería a decirlo, pero lo cierto es que con el panorama actual, ¿no le parece que cada vez cuesta más creerse ese discurso de que todavía es posible?
Sí, pero tenemos que andar todos para el mismo sitio, y así podemos ganar a cualquiera. Pudimos ganarle al Real Madrid, ¿por qué no vamos a ganarle al Atlético de Madrid? Después tenemos Elche, Depor y Villarreal, que son equipos a los que se les puede ganar. Si consigues dos victorias seguidas estás ahí porque los rivales están siempre perdiendo. Nosotros perdemos pero ellos también pierden. Te digo que creo que la mayoría piensa como yo, que lo podemos conseguir.
¿No ha visto a nadie bajar todavía los brazos?
Está difícil, pero yo no veo eso, al contrario, veo al equipo con confianza a pesar de haber perdido nueve partidos seguidos. No es fácil eso, y sin embargo el equipo tiene ganas de trabajar, de superarse. Estamos siempre diciendo que vamos a ganar.
¿Qué tal con Romero? ¿Lo prefiere a Dkukic?
Me gusta el entrenador. No digo que me guste más, son diferentes. Yo jugaba con uno y juego con el otro. No puedo decir que me guste más uno u otro, son diferentes.
¿Cuáles son las diferencias?
Djukic era más táctico. Romero trabaja más defensivamente para luego contragolpear. Estar todos juntos y atacar.
¿Se había agotado el discurso de Djukic? ¿Vino tarde el cambio?
Pienso que el equipo necesitaba un cambio radical y creo que el nuevo entrenador empezó a cambiar algunas cosas. Este entrenador habla mucho, y si lo estás haciendo mal, habla contigo para decirte por qué lo estás haciendo mal y creo que la gente está aprendiendo mucho con eso. El otro entrenador era más tranquilo, de otra forma.
¿Ha traído Romero una ilusión renovada?
Sí, creo que lo vive más. Se nota que tiene el Córdoba en el corazón y eso lo transmite al grupo. Habla mucho.
¿Cómo lleva el apartado de gestión mental?
Trabaja mucho ese aspecto. Intenta meterse aquí (señala las sienes). Está siempre hablando, siempre, siempre. Intenta meterse aquí.
A nivel personal, ¿cómo se siente?
Yo estoy dando todo. A veces me vengo abajo cuando veo que hemos perdido nueve partidos porque yo no quiero perder. Me falta un gol para conseguir más confianza. Estoy con la ansiedad de no haber marcado. Seguro que en cuanto marque tendré mucha más.
Pero cuando esto acabe, usted volverá a Lisboa.
Volveré y veremos cómo están las cosas. Si el entrenador no cuenta conmigo me volveré a marchar porque yo quiero divertirme y un equipo en el que poder jugar.
¿Cree que habrá dejado la suficiente huella como para seguir jugando, en el Córdoba o no, en la Primera División española?
Pienso que sí, que podré encontrarlo. Creo que sí estoy demostrando que puedo estar aquí.
Antes hizo referencia a que la gente podía pensar que por su condición de cedido le daba igual lo que sucediera. Ya aclaró que no, pero el problema es que hay catorce jugadores más en la plantilla en esa situación contractual de pertenecer a otro club. ¿Cree que eso afecta negativamente?
Espero que ellos no piensen así porque si el Córdoba va a Segunda nuestro valor bajará. Todos tienen que demostrar cada día lo que son y ser mejores aquí.
¿Hay algún jugador en la plantilla que le haya sorprendido por algún motivo?
Fede Cartabia. Es un jugador con unas características increíbles. Para mí, si su cabeza quiere, es un jugador top.
¿Y qué le pasa entonces?
No lo entiendo. Tiene mucha calidad. Él tiene que cambiar, depende de él. Porque si quiere, es el mejor. Él lo sabe. Es un jugador, que de verdad, no sé por qué está aquí en Córdoba. Pero tiene que querer, tiene que querer la pelota, tenerla, hacer la diferencia, porque es el mejor.
¿Qué queda del Bebé que llegó con doce años a Casa do Gaiato?
Queda todo. El que me conoce sabe que desde allí hasta aquí soy el mismo. Sigo teniendo a la misma gente alrededor, mi familia, mis amigos, las mismas cosas que me hacían feliz entonces son las que me hacen ahora. Es todo igual. Ni tiro ni meto. La única diferencia es el dinero, pero el dinero sirve para lo que sirve. La gente cree que por tener dinero puede mandar en ti, pero eso no es así, hay que respetar. Porque yo puedo tener dinero ahora, pero, ¿y si se acaba? ¿qué hago entonces con toda la gente que he tratado mal? Soy el mismo que antes y trato a la gente de la misma manera. Mi abuela me enseñó a hacerlo así.
Publicado en Cordobadeporte el 29/03/2015