Diez duros mal contados
Su padre era un hombre de letras, cultivado, director durante muchos años del Instituto Góngora, un hombre que no se había detenido nunca a pensar en aquellas pasiones nuevas del fútbol. Tal vez por eso su negativa era la respuesta más lógica a aquella petición acalorada de su hijo adolescente que quería marcharse a Huelva detrás de su equipo. Agotadas las explicaciones, a Alfonso sólo …